Música vs.Tiempo

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«El tiempo no es oro, el oro no vale nada, el tiempo es vida»
José Luís Sampedro

Amparo Aguado

Una de las quejas que oímos mucho de boca de la gente es “no tengo tiempo”. Reconozco haberla utilizado muchas veces, pero siempre he tenido una sensación de autoengaño al utilizarla, esta expresión siempre me ha dejado perpleja. Todos tenemos la misma cantidad de tiempo: 24 horas al día, ni una más, ni una menos, las que tarda la Tierra en dar una vuelta sobre sí misma; 86.400 segundos de media, el lapso de tiempo que la Tierra invierte para que el sol vuelva a estar en el punto más alto sobre el horizonte. Y de ese tiempo, una tercera parte la necesitamos para descansar, para dormir, para que el cuerpo y la mente funcionen debidamente.

Cada uno organiza y reparte el tiempo según sus necesidades humanas (dormir, comer…) y según las obligaciones que libremente ha asumido (trabajo, estudios, familia, pareja, ocio, televisión, niños, deporte…). Depende de nosotros aprovecharlo o desperdiciarlo. Las actividades que tenemos que realizar se pueden organizar en torno a dos ejes fundamentales: la importancia de la tarea y la urgencia por terminarla.Si queremos aprovechar el tiempo, debemos aprender a planificar.

No hay un esquema fijo de gestión del tiempo, ni instrumentos o técnicas seguras, ni tampoco una fórmula mágica. Encontramos diferentes propuestas, técnicas y métodos para una mejor organización personal que se pueden resumir en cinco pasos: recopilar o anotar lo que queremos o tenemos que hacer, decir qué haremos y que no, organizar lo que sí ejecutaremos (cómo y cuándo lo haremos), revisar periódicamente los soportes en los cuales registramos los pasos anteriores (libretas, calendario del correo electrónico, agenda, móvil…) y finalmente -y lo más importante- hacer.

La falta de tiempo es un mal de muchos y un consuelo de tontos al que todos estamos expuestos. Lejos de ser un problema particular, cada vez somos más quienes sufrimos el estrés, la preocupación o la sensación de que nuestro día tiene menos horas de las que necesitamos. La misma sensación recae sobre los estudiantes. Y más, en mi opinión, sobre los que compaginan las enseñanzas obligatorias y la música. Recientemente le pregunté a un alumno de enseñanzas profesionales de música de 16 años qué deseaba para estas navidades y su respuesta sin pensárselo fue: “pido un poco de tiempo”. A mi cara de asombro replicó enumerando un sinfín de tareas pendientes que tenía que realizar, desde analizar nueve corales de Bach a preparar la audición de cámara, pasando por varios exámenes trimestrales del instituto.

Jordi, de 16 años, cursa 1º de Bachiller y 5º de Enseñanzas Profesionales de Música a salto de mata.Tiene un buen expediente. Él no ha repetido nunca, aunque a su edad lo hacen cuatro de cada diez alumnos en España. Eso le cuesta horas de sueño. A su carga lectiva en el instituto – treinta horas semanales – se le suman las ocho que pasa en el conservatorio, sin contar la hora y media de instrumento que estudia a diario en casa, o las que dedica a los deberes y a los “gajes del oficio” (conciertos, audiciones, ensayos…).

La “falta de tiempo” es la consecuencia directa del exceso de carga lectiva que deben soportar los alumnos que cursan Enseñanzas Profesionales de Música en los conservatorios. De hecho, mi experiencia personal como profesora de música me demuestra que un tercio de los jóvenes abandonan sin terminar los seis cursos que dura este grado profesional: algunos lo hacen en los últimos cursos porque les coincide con el inicio del Bachillerato; otros, los más pertinaces, deciden agotar los ocho años máximos de permanencia en este nivel para intentar finalizar el grado y obtener el título profesional.

Con esta responsabilidad que pesa bajo sus hombros, los ejes fundamentales para una buena planificación del tiempo (la importancia de la tarea y la urgencia por terminarla) se convierten en dos grandes inquinas. Todo es urgente y todo es importante. El plan de estudio del futuro músico para llegar a ser un intérprete profesional debe abarcar todo lo necesario, una formación completa y una técnica impecable, y para eso se necesita tiempo, mucho tiempo, algo de lo que nuestros jóvenes músicos van un poco escasos. Es muy difícil que encuentren horas para el estudio diario de su instrumento, y si no consiguen hacerlo es imposible desarrollar la técnica y las herramientas necesarias que les permita solucionar los problemas que comporta interpretar una obra, y más aún si se trata de una actuación con público.

Los hábitos de estudio de un instrumentista son diferentes dependiendo del instrumento, del profesor y de las habilidades del alumno. Existe una variada tipología de alumnos que interiorizan el hábito del estudio de diferente manera. De cualquier modo, podemos colegir que en bastantes casos se estudia mucho y mal. También existe un arquetipo de alumno que persigue con ansiedad convertirse en un músico excepcional. En esas circunstancias, el joven músico entra en un bucle de presión: vive por y para la música, con la firme convicción de que cuanto más estudie más bueno será. El inconveniente es que su obsesión por llegar a ser el mejor le lleva a ser más esclavo de su instrumento y por ende más infeliz.

Lo que no aprenden algunos alumnos como el que acabamos de describir es que no solo hay que nutrirse de la música. Si sometemos a un alumno a una lucha interior de la música contra la persona, puede que gane la música pero se perderá a la persona. La creencia que se inculca a nuestros jóvenes intérpretes de que si no te sacrificas no consigues nada, es cuestionable desde el punto de vista que se mire. Cuantos más afluentes tengas para alcanzar la felicidad más feliz serás. La moraleja de todo esto es que los músicos no tienen otra senda de felicidad que la música y esto -en mi opinión- es un error, hay que dedicarle tiempo a otras cosas.

Con todo esto, no es de extrañar que la primera sensación que sienta el músico a la hora de afrontar una actuación sean los temidos nervios o el miedo escénico. Las causas del miedo escénico, además de una posible fobia social, provienen de diversos factores: una valoración no realista de lo que se espera de uno, la sobreestimación de la opinión de los demás, la subestimación de las propias capacidades, la idea de rechazo, las expectativas no realistas…A todos nos resultan familiares estos viejos amigos. Por esa razón, quienes nos dedicamos a la enseñanza quizá podamos ayudar un poco en este sentido. A lo mejor, una forma de que no afloren tanto estos miedos sea regalarle un poco de tiempo al joven que se inicia en esta aventura de la música, despojándole así de la pesada carga que lleva a cuestas.

3 pensamientos en “Música vs.Tiempo

  1. Acabe de llegir l’article d’Amparo Aguado Música Vs.Tiempo, i vull felicitar-la per la claredat i contundència en la que s’ha expresat. Conindeixc absolutament en els comentaris i arguments que ens ha ofert.
    I per senyalar una de les frases que m’ha paregut més oportuna i que a més a més els professionals de la psicologia recalquen contínuament és la que tant encertadament ens ha explicat Amparo: La moraleja de todo esto es que los músicos no tienen otra senda de felicidad que la música y esto -en mi opinión- es un error, hay que dedicarle tiempo a otras cosas.
    I sí, estic convençuda que tots els problemes de pors escèniques i estrés venen donades per no viure la música sense tanta presió i per marcar-se grans expectatives a curt plaç.
    Haurem de continuar fent un anàlisi al respecte i anar abandonant els complexes que tenim, i fer que els nostres alumnes disfruten més de la música.

    Enhorabona

    Fani Blanch

  2. Enhorabuena Amparo por tu artículo! Dices «verdades muy verdaderas», jaja.
    En serio, pienso que muchos nos sentimos reflejados e identificados con las situaciones y hechos que relatas.
    Este artículo se lo haré leer y argumentar a un alumno mio que cursa 4º ESO y 2º de EP. Como bien dices, es uno de tantos alumnos que, por compaginar las enseñanzas obligatorias con los estudios profesionales de música, tiene el tiempo justo para preparar exámenes y asistir a las clases en el Instituto y el Conservatorio.
    Al acercarse las fechas navideñas le pregunté: » Qué vas a hacer en estas vacaciones?»
    Su contestación fue rotunda: » Dormir y descansar «.
    En fin, «CARPE DIEM», pero mejor si es saboreando y disfrutando los placeres de la vida.

    Mabel.

  3. Enhorabuena Amparo por tu artículo! Dices “verdades muy verdaderas”, jajajja.
    En serio, pienso que muchos de los que hemos leído tu artículo, nos sentimos reflejados e identificados con las situaciones y hechos que relatas.
    Este artículo se lo haré leer y argumentar a un alumno mio que cursa 4º de la ESO y 2º EP.
    Como bien dices, es uno de tantos alumnos que por compaginar las enseñanzas obligatorias con los estudios profesionales de música, tiene el tiempo justo para preparar exámenes y asistir a las clases en el Instituto y el Conservatorio.
    Al acercarse las fechas navideñas, le pregunté : “ Qué vas a hacer en estas vacaciones”?
    Su contestación fue rotunda. “ Dormir y descansar”.
    En fin, “CARPE DIEM”, pero mejor si es saboreando y disfrutando los placeres de la vida.

    Mabel.

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